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martes, 19 de enero de 2010

Ensayo de mi amigo Lalo con motivo del nombramiento de "Encargado" de Comunicación Soccial en SLP

EL EXTRAÑO CASO DEL SR. TRAGAUÑAS PARA UNA REFLEXIÓN SOBRE LA LOCURA



Eduardo José Alvarado Isunza

ealvaradois@yahoo.com



Hace unos días visité al encargado de comunicación social de una dependencia gubernamental y me sorprendió ver clavada con tachuelas en una de las paredes de su oficina una página de un periódico de este pueblo con una reseña sobre algunos simpáticos locos de la ciudad.

Como no había sido escrita por especialista en el tema ni por autor serio, en realidad no se trataba de un estudio profundo de la cuestión ni tenía más pretensiones que el de algún iletrado comprador de periódico de pasar el tiempo mientras boleaba sus zapatos en algún sillón del centro de la ciudad o desechaba sus fluidos corporales en el baño.

En una ciudad en donde el analfabetismo afecta incluso a los egresados de las universidades, poco puede exigirse sobre las capacidades de lectura de su población o una mayor crítica sobre los temas de su predilección. Recuerdo, por ejemplo, cómo un reciente ejercicio escolar descubrió que un alto porcentaje de habitantes de esta ciudad creen en fantasmas, seres sobrenaturales y artes adivinatorias.

De modo que las frecuentes ocurrencias del autor de este banal artículo acerca de los locos del pueblo llegaban a ser festejadas como si hubiesen surgido de la pluma de M. Foucault o K. Kosik. (Entiendo que una enorme cantidad de habitantes de esta ciudad incluso ignoran la existencia de científicos eminentes, como los mencionados).

Por varias razones me sorprendió mirar aquel frívolo artículo clavado en una de las paredes de una oficina gubernamental. Una de ellas tenía que ver con el hecho de que quizás el encargado de ese despacho había mirado en su autor a un genial pensador del tamaño de J. Lacan o de A. Heller y que había encontrado muchas más verdades que en ellos (suponiendo que un funcionario de nuestras mediocres administraciones públicas llegara a conocerlos).

Otra razón por las que golpeó mis sentidos descubrir dicho escrito en aquel cubículo (mismo que hasta ese día ignoraba, pues no está en mis ocupaciones leer periódicos provincianos) fue que conocía perfectamente la personalidad de su autor, por lo que entonces exclamé como en automático:

—Aquí falta la mejor historia de los locos de nuestra ciudad. ¡Es la propia biografía de quien ha querido reseñarla!

Como los signos que nos han revelado la enfermedad de quien escribía esa crónica son populares, el funcionario reprimió una carcajada y únicamente estiró los labios. Bien que conocía algunos detalles de la personalidad patológica y perversa del autor de aquella insustancial nota periodística con pretensiones de ensayo.

—Quiere que le ayudemos con financiamiento para emprender un trabajo al respecto—, se disculpó el funcionario.

Este dato no me sorprendió; más bien acabó por confirmarme cuánto es difícil transformar el ECRO de un sujeto (como diría E. Pichón) sin ayuda de un profesional y sin la propia voluntad de hacerse otro tipo de individuo. Dicho personaje sólo había sabido vivir como parásito, medrando de su oficio periodístico y obteniendo dinero en grandes cantidades de los funcionarios gubernamentales, mientras el resto del mundo sufría por conseguir unos pesos para sobrevivir.

Por garabatear algunas alucinaciones venidas de las oscuras regiones de su locura o de sus eternas borracheras, como la referida, este personaje obtenía dinero público para vivir sin trabajar.

¿Cuáles eran algunos de los síntomas que a todos revelaban la gravedad de sus patologías? Uno de ellos tenía que ver con la extraña manía de cortarse las uñas con los dientes o incluso con herramientas de corte, como los cúter. Cierta vez, hace muchos años, lo observé rebanarse las uñas con una navaja de ese tipo, como si fuese sacapuntas de lápiz, hasta sangrarse los dedos.

Por esta razón a nuestro desquiciado personaje se le conoce ampliamente con el seudónimo de “El Tragauñas” (también se le ha conocido con otros motes, como el no menos ingenioso de “La Garlopa”, pues por esa manía parecería que en su boca trae ensamblado un cepillo de carpintero).

Siempre me ha intrigado aquel detalle de su personalidad y debe buscarse en la “Historia de la locura” de M. Foucault o en “Algunas reflexiones sobre el yo” de J. Lacan alguna pista que explique por qué una persona siente las uñas de sus dedos como si fuesen una entidad diabólica que debe cercenarse de tajo, aunque ella misma se cause daño.

Esta pista tiene el mismo valor simbólico que el que tendría el de alguien que creyéndose poseído por algún demonio él mismo termina prendiéndose fuego o despellejándose para arrancarse esa entidad de su propia piel.

Por tanto, decía que su propia biografía debía ser la más valiosa de cualquier reseña de locos de nuestra ciudad, aunque no dejaba de ser simpático que un loco escribiera precisamente sobre otros locos. Esto nos llevaría a establecer una hipótesis con valor heurístico de que estos enfermos tienen conciencia de esas patologías, aunque no las aceptan como propias. Es decir, el loco juzga a los demás como locos; en tanto él mismo se mira como “no-loco”.

Aunque hasta la fecha no he encontrado un psicólogo de nuestra Universidad que de explicación razonable a esta conducta, no falta quien especula que todas las patologías tienen origen en la infancia del sujeto. Con S. Freud se diría que nuestro personaje quedó atrapado en las fases del desarrollo infantil (anal, oral y fálica), debido probablemente a un obsesivo amor por su madre o a un acto sexual de ella que le conmocionó.

Quizás la haya observado en un encuentro sexual y ese recuerdo le cause dolor al extremo de querer arrancarse las uñas. O sea, padece un grave complejo edípico por alguna causa que sólo él mismo podría descubrir, tras largas sesiones de terapia psicoanalítica.

No dejan de tener sensatez esos diagnósticos que sobre su personalidad se hacen con frecuencia en los cafés a donde acuden científicos, políticos y artistas. Me confesó un psicólogo que cierta vez compartió tragos con nuestro sujeto a estudio y que hubo detalles de su conducta que también le impactaron. Por ejemplo, mencionó cómo éste tomaba un vaso con agua de la mesa y se echaba su contenido a la cabeza y enseguida se lavaba rostro y manos, en vez de hacerlo en el sitio socialmente establecido para refrescarse o limpiarse.

Parecía un evidente signo clínico de odio social generado en la infancia, pues necesitaba mostrar su rebeldía frente a las reglas establecidas. Aún sí, su bipolaridad es grave, pues finalmente ha terminado sucumbiendo ante ellas. Por ejemplo, con frecuencia expresa críticas hacia el modo de vida pequeño burgués y sin embargo vive en una zona residencial de la pequeña burguesía en una vivienda que pudo adquirir de hacer negocios corruptos con el gobierno.

Aquel día, ya totalmente borracho, terminó confesándole al especialista un detalle de su psicología que le reveló la gravedad de su situación emocional:

—¡Mi mamá tenía unas piernotas!— le dijo, mientras con los músculos de su cara hacía una mueca de éxtasis y buscaba reproducirlas con una expresión de sus manos.

Debido a su reprimida homosexualidad también adquieren bases sólidas aquellas hipótesis sobre su complejo de Edipo y sus castraciones infantiles como variables independientes o casuísticas de sus patologías. No es que sea malo ser homosexual; en realidad, quien escribe está de acuerdo en que cada quien debe disfrutar su propia sexualidad.

Lo patológico es reprimirla, ocultarla, hacerla surgir cuando se está bajo los efectos de alguna droga, como el alcohol, como sucedería en su caso. De esta conducta hay quien recuerda cómo cierta vez, luego de una prolongada noche de borrachera, intentó besar al director del periódico para el cual trabajaba y cómo éste terminó arrojándolo entre las sillas para librarse de su intento.

Es posible que en ese esfuerzo inconsciente por ocultar su homosexualidad, algunas veces tratara de hacer espectáculo de su masculinidad. Una periodista me ha dicho que su recuerdo de este personaje viene de su infancia y del tiempo en que su familia era vecina del “Señor Tragauñas”. Su imagen de él es verlo acostado semidesnudo en una cama con una mujer, apenas cubierto por una sábana, viendo el televisor y rascándose sus órganos reproductivos.

Esto sucedía porque había ubicado esa cama en el sitio destinado a la sala y a propósito dejaba abierta la puerta de entrada a su casa, de modo que cualquiera que caminara frente a ella podía verlo acostado en la cama, desnudo y con su acompañante. ¿Otro símbolo de su castración infantil?

Lamentablemente este loco no es de naturaleza inofensiva o sus extravagancias son simplemente jocosas, como otros memorables enajenados que nos han acompañado en nuestra ciudad, como “El pesero”, “Sujey”, “Juan Antonio Perfecto” o “Guanpole. Este es un loco peligroso y perverso que se oculta bajo el disfraz de intelectual y de estratega político.

Curiosamente al poco tiempo de haber publicado su crónica sobre algunos locos de la ciudad, el “Señor Tragauñas” fue designado encargado de comunicación social de todo el gobierno. Entonces muchos comenzaron a preguntarse si acaso también quien lo designó estará enfermo.

Quizás sea cierto, como propone J. Lacan, que no existe el “no-loco”. En tanto seres duales (es decir: animales socialmente adaptados) todos tenemos algo de locos. Sin embargo, los más peligrosos son quienes ocupan cargos de poder porque arrastran a todos en su locura.



San Luis Potosí, S.L.P., 16 de enero de 2010.

Y para seguir con eltema misógino, algo más:

La lengua castellana es machista. ¡No lo puedo creer!
¡¡¡NO ES JUSTOOOOOOOOOOOOO!!!


Vean esto:

ZORRO = Héroe justiciero.

ZORRA = Puta.


PERRO = Mejor amigo del hombre.
PERRA = Puta.

AVENTURERO = Osado, valiente, arriesgado.
AVENTURERA = Puta.

CUALQUIER = Fulano, Mengano, Zutano.
CUALQUIERA = Puta.

CALLEJERO = De la calle, urbano.
CALLEJERA = Puta.


HOMBREZUELO = Hombrecillo, mínimo, pequeño.
MUJERZUELA = Puta.


HOMBRE PÚBLICO = Personaje prominente.. Funcionario público.
MUJER PÚBLICA = Puta.


HOMBRE DE LA VIDA = Hombre de gran experiencia.
MUJER DE LA VIDA = Puta.


PUTO = Homosexual.
PUTA = Puta.


HEROE = Ídolo.
HEROÍNA = Droga.


ATREVIDO = Osado, valiente.
ATREVIDA = Insolente, mal educada.


SOLTERO = Codiciado, inteligente, hábil.
SOLTERA = Quedada, lenta, ya se le fue el tren.


SUEGRO = Padre político.
SUEGRA = Bruja, metiche, etc.


MACHISTA = Hombre macho.
FEMINISTA = Lesbiana.


DON JUAN = Hombre en todo su sentido.
DOÑA JUANA = La mujer de la limpieza.

¡¡¡YA BASTAAAAAA!!!